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¿Qué le Otorga Consistencia a una Empresa?

Feb 07, 2024
Virtuosum
¿Qué le Otorga Consistencia a una Empresa?
9:17
 

 Foto: Imagen de Freepik

 

¡Hola! Te doy la bienvenida al post de Alfredo Esponda. Te ofrezco ideas y comentarios sobre liderazgo empresarial que serán de tu gusto y utilidad. Te invito a ver mis cursos online. ¿Sabes qué le otorga consistencia a lo largo de los años a una empresa?

 

Estamos en la línea de crear o revisar el plan estratégico de tu empresa. Venimos de cuestionar el Modelo de Negocio, el FODA, la misión y la visión, ahora se trata de los dos elementos que le dan a tu empresa la integridad y consistencia para funcionar exitosamente: la filosofía y las políticas.

 

Aquí es importante que reflexionemos acerca de la clase de empresa que queremos ser. Una vez definido no se vale cambiar, a menos que se presente un cataclismo que nos obligue a ser otra clase de empresa. Un ejemplo contundente es el caso de Nokia, empresa finlandesa, que nació siendo una empresa de pulpa de madera y evolucionó hasta convertirse en el rey de los teléfonos celulares, pero, al no estar preparada, no pudo resistir el surgimiento de los smartphones. Por supuesto que tuvo que cambiar todo su enfoque filosófico.

 

La filosofía de una empresa la enmarca y configura en una imagen que es útil, no sólo hacia dentro, sino también hacia fuera. Hacia dentro porque proporciona a sus trabajadores y directivos una guía clara acerca de los valores que constituyen la empresa y hacia fuera porque es parte de la publicidad que la empresa usa para proyectar confianza en sus posibles consumidores.

 

La filosofía de una empresa se establece mediante un conjunto de valores que nos dicen lo que es importante en ese grupo humano. Aquí es importante anotar los valores que realmente, de veras, estamos dispuestos a representar como modelo de vida. Hacer un listado y no ponerles compromiso es vacuo, inútil para todos.

 

¿Qué clase de empresa quieres ser? Debes elegir entre lo informal, moderno, innovador, divertido y lo corporativo, clásico, asentado, profesional, serio, etc.

 

Un ejemplo de lo que representa redactar lo que la empresa desea ser, es el caso de Meta (la antes Facebook) declara su compromiso social nada menos que “conectar a las personas y crear comunidades”. Se ve admirable y fácil de comprender, sin embargo, el uno de febrero de 2024 su presidente y director Mark Zuckerberg fue acusado de “no hacer lo suficiente para limitar los riesgos de su plataforma, como los depredadores sexuales o la prevención del suicidio adolescente y …”, bueno ¿qué culpa tiene Zuckerberg de que usen mal su plataforma? Es como si a Oliver Winchester, el inventor del rifle automático a principios de 1900, le culpáramos por las muertes de las personas asesinadas con su invención. Sin embargo, Mark asumió su culpabilidad al pronunciar ante el jurado: “Siento todo lo que han pasado. Nadie debería pasar por lo que han sufrido sus familias”. Además, agregó que “mantener a los jóvenes seguros en la red ha sido un reto desde los inicios del internet, estamos obligados a evolucionar nuestras tácticas porque los delincuentes van cambiando las suyas”. ¿De cuánto será la multa para Zuckerberg? ¿y para TikTok? ¿y para Google?

De modo que no basta con “alinear a las personas” hay peligros en cualquier declaración, mientras más ambiciosa sea más riesgos acarrea.

 

Los valores que utilizan frecuentemente las empresas son los siguientes: integridad, honestidad, ética, calidad, innovación, orientación al cliente, respeto y muchos más. Cada valor debe pasar por un tamiz de discusión colectiva para tener la seguridad de que atrás de cada palabra está el compromiso de cumplirla.

 

Pongamos como ejemplo un valor típico: la transparencia. ¿De verdad la organización desea ser transparente? ¿Hasta dónde llega su compromiso? Recuerdo el caso de una empresa mueblera con 950 trabajadores y su sindicato. En la época de crisis (una de tantas) la empresa pidió al sindicato motivar a sus trabajadores haciéndoles ver las dificultades financieras por las que atravesaban y para ello, la dirección general se atrevió a abrir sus estados financieros donde se reflejaban las enormes pérdidas del año anterior. Pidió sacrificios. No hubo aumentos. Se castigaron prestaciones, entre otras cosas.  En los estados financieros se apreciaba el rigor del sufrimiento. Apenas un año después, cuando la crisis fue rebasada y llegó el auge, se volvió a los aumentos de salario típicos de un 8%. El sindicato exigía que, también ahora, les abrieran los estados financieros.¡Ahhhhh pues no!. Nunca más. Este mal manejo de la transparencia dejó huellas imborrables en la relación sindicato-empresa.

 

Las declaraciones de filosofía de empresa brindan consistencia a lo largo del tiempo, pero el reto es ser consistente con los valores expresados, si hoy decimos una cosa y hacemos otra, no habrá consistencia sino inconsistencia. En este último caso la empresa no obtendrá confianza interna y menos externa. Una empresa confiable llega más lejos en su operación cotidiana. Gana clientes fieles y conquista mercados en forma creciente.

 

El otro ingrediente básico de la consistencia empresarial son sus políticas. Hace unos meses un restaurante de excelentes carnes al carbón, de mucho éxito en tan sólo unos cuantos años, se vio envuelto en un gran problema de discriminación. Simplemente se le ocurrió a la recepcionista de una de sus sucursales negarle la admisión a una familia de apariencia tipo afrodescendiente.

 

Lo que no esperaban es que el jefe de familia tenía contactos con un periódico de gran circulación. Fue y contó lo que había sucedido, apareció en primera plana y a partir de allí se propició una investigación de las autoridades, el relato de todas las consecuencias en varios periódicos y, por supuesto, la pérdida de clientela a un nivel más importante de lo imaginado. Le tomó un par de años la recuperación.

 

Muchos negocios presumen en su entrada un gran letrero que dice “En este establecimiento no se discrimina a nadie por motivos…” sin embargo, hay que hacerlo valer aceptando a todo tipo de cliente. Recuerdo el caso de un gran hotel del Paseo de la Reforma que le negó la entrada a una indígena vestida de ropas autóctonas. Se le armó un broncón, resulta que era nada menos que la Premio Nobel de la Paz guatemalteca, Rigoberta Menchú.

 

Otras políticas que asumen con frecuencia algunas empresas son: respeto, trabajo en equipo, orientación al cliente, innovación, calidad (“nuestro compromiso es con la excelencia”), ética, combate a la corrupción, privacidad de datos, “aquí brindamos oportunidades abiertas a todos nuestros colaboradores para que ocupen puestos de nivel superior”, y qué tal ésta: “estamos comprometidos con el cuidado del medio ambiente”, en fin, son muchas expresiones que ameritan reglamentos y procedimientos específicos para cumplirlos. Después de redactarlos es preciso comunicarlos y capacitar a todos los empleados para que lleven a cabo dichas políticas, de otra suerte, se vuelven parte del decorado institucional. Nadie les hace caso.

 

Mensaje final: arropa la filosofía y las políticas como herramientas que dan integridad y consistencia a tu empresa, no las menosprecies.

 


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